Un poco de Historia
La ciudad de Málaga, poblada desde tiempos prehistóricos, conserva numerosos testimonios de las culturas que han pasado por ella. Cuando la Malaka fenicia pasó a manos romanas, la parte más importante de la urbe se asentó al pie de la colina de la Alcazaba, siendo los restos arqueológicos del teatro que allí se construyó la huella más importante de aquel período.
Tras la violenta toma de la ciudad por parte de los musulmanes en el 711, comienza a edificarse la Alcazaba a partir del siglo XI. Se trata de una fortificación militar en cuyo interior se encuentra una zona residencial palaciega. Ya a finales del siglo XIII, en el período nazarí, y debido a la adquisición de una creciente importancia política, comienza su ampliación con la construcción del Castillo de Gibralfaro.
En 1487, la ciudad es conquistada por los Reyes Católicos.
En este período histórico, ambas fortificaciones serán conservadas por la población cristiana. La cristianización de la ciudad se ejemplifica en la consagración de la Mezquita Mayor en Catedral de Santa María de la Encarnación, siendo construida una nueva catedral a partir de 1528. La utilización de la “estructura siloesca” del alzado basada en el uso del dado brunelleschiano para aumentar la altura de las naves simboliza la modernidad que incorporaba el Renacimiento.
De su interior es destacable la magnífica sillería en la que Pedro de Mena intervino en el siglo XVII.
Junto a ella, las cuatro parroquias establecidas (Santiago, Los Santos Mártires, San Juan y El Sagrario) así como la instalación de conventos (de la Victoria, de la Trinidad, de San Felipe), contribuyeron con sus iglesias y conventos a enriquecer monumentalmente a la ciudad, hitos arquitectónicos a los que se suman una arquitectura civil de prestigio singularizada por el palacio Episcopal, el de Villarcazar, de Salinas, el de los Gálvez o de la Aduana, haciendo del centro Histórico un espacio de relevancia monumental.
Tras la violenta toma de la ciudad por parte de los musulmanes en el 711, comienza a edificarse la Alcazaba a partir del siglo XI. Se trata de una fortificación militar en cuyo interior se encuentra una zona residencial palaciega. Ya a finales del siglo XIII, en el período nazarí, y debido a la adquisición de una creciente importancia política, comienza su ampliación con la construcción del Castillo de Gibralfaro.
En 1487, la ciudad es conquistada por los Reyes Católicos.
En este período histórico, ambas fortificaciones serán conservadas por la población cristiana. La cristianización de la ciudad se ejemplifica en la consagración de la Mezquita Mayor en Catedral de Santa María de la Encarnación, siendo construida una nueva catedral a partir de 1528. La utilización de la “estructura siloesca” del alzado basada en el uso del dado brunelleschiano para aumentar la altura de las naves simboliza la modernidad que incorporaba el Renacimiento.
De su interior es destacable la magnífica sillería en la que Pedro de Mena intervino en el siglo XVII.
Junto a ella, las cuatro parroquias establecidas (Santiago, Los Santos Mártires, San Juan y El Sagrario) así como la instalación de conventos (de la Victoria, de la Trinidad, de San Felipe), contribuyeron con sus iglesias y conventos a enriquecer monumentalmente a la ciudad, hitos arquitectónicos a los que se suman una arquitectura civil de prestigio singularizada por el palacio Episcopal, el de Villarcazar, de Salinas, el de los Gálvez o de la Aduana, haciendo del centro Histórico un espacio de relevancia monumental.